lunes, 7 de enero de 2008

NERUDA Y MACCHU PICCHU


Alturas de Macchu Picchu, poema contenido en el libro Canto General de Pablo Neruda, tiene ya una trayectoria reconocida, pues la fortaleza poética, lo emotivo y épico tan vigorosamente expresado, encuentra respaldo en las otra artes. Así, se ha dado la musicalización por conjuntos y cantantes próximos y lejanos.
Acerca de la génesis del poema,en su libro Confieso que he vivido (1974), el propio don Pablo nos refiere la visita que aproximadamente el 22 ó 23 de octubre de 1943 hizo a Machu Picchu: "Antes de llegar a Chile hice otro descubrimiento que agregaría un nuevo estrato al desarrollo de mi poesía.
Me detuve en el Perú y subí hasta las ruinas de Macchu Picchu.Ascendimos a caballo. Por entonces no había carretera. Desde lo alto vi las antiguas construcciones de piedra rodeadas por las altísimas cumbres de los Andes verdes. Desde la ciudadela carcomida y roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes. Masas de neblina blanca se levantaban desde el río Wilcamayo. Me sentí infinitamente pequeño en el centro de aquel ombligo de piedra; ombligo de un mundo deshabitado, orgulloso y eminente, al que de algún modo yo pertenecía. Sentí que mis propias manos habían trabajado allí en alguna etapa lejana, cavando surcos alisando peñascos.
Me sentí chileno, peruano, americano. Había encontrado en aquellas alturas difíciles,entre aquellas ruinas gloriosas y dispersas, una profesión de fe para la continuación de mi canto.
Allí nació mi poema Alturas de Macchu Picchu."
Hernán Loyola, uno de los destacados estudiosos de Neruda, expresa a su vez lo siguiente: "1943 trajo a la vida de Neruda un acontecimiento importante. Durante el viaje por los países de la costa del Pacífico, de regreso a Chile desde México, Neruda fue invitado a visitar las ruinas preincásicas de Macchu Picchu en el alto Perú (octubre 1943). Dos años después, siendo ya senador de la República, Neruda transmutaría aquella experiencia en uno de sus más importantes poemas: Alturas de Macchu Picchu, escrito en Isla Negra entre agosto y septiembre de 1945 y publicado por primera vez en 1946"
Loyola sostiene que una de las motivaciones del poema es la agonía entre vida y muerte, en una conceptuación distinta a la que el poeta había plasmado anteriormente. "Neruda comprendió que aquella muerte, la que impregnó de angustia y desconsuelo los versos de Residencia en la Tierra, no era la verdadera MUERTE. La que cayó sobre Macchu Picchu, esa sí: 'al tamaño/de vuestra magnitud/vino la verdadera, la más abrasadora/muerte...' La Muerte no tenía que ver con los individuos sino con los pueblos.(...)Lo que equivale a afirmar,para la vida del hombre, la posibilidad de perpetuarse en la vida concreta de la comunidad a que pertenece. Ese fue el camino que Neruda encontró para superar su propia muerte."
Saul Yurkievich, en el ensayo La imaginación mitológica de Pablo Neruda afirma, por su parte,que en la fecundidad de la vida sudamericana, el árbol es "un mitema transferible a todos los órdenes de la realidad, tanto a la genealogía humana como a la geología.(...)Macchu Picchu es 'árbol de catedrales./Ramo de sal, cerezo de alas negras'".
De la misma manera,para Yurkievich,las vivencias que propicia el tacto logran un significado especial:"El tacto es un sentido primitivo, el que registra la evidencia más concreta de lo material, el que establece la más estrecha comunicación corporal; es el más terrestre de los sentidos, el más sexual. Para una imaginación materializante como la de Neruda, debe tener marcada preponderancia". Se evidencia, como una constante, la importancia de las manos en la labor constructora del hombre, junto a la fuerza espiritual.
En síntesis, la fecundidad del paisaje unida a la sensibilidad nerudiana por el colectivo impulsaron la producción de un poema extraordinariamente rítmico,musical, profundamente humano y trascendente.
-Ruperto Macha Velasco (Perú)

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HIDDEN DOOR


Hidden door dead secret
wich is Mother
Hidden door dead secret
wich is Father
Hidden door dead secret
of our buried life
Hidden door behind which man carries
his footprints along the streets
Hidden door of clay hands knocking
Hidden door without handles
whose life is made of knocks
by hand and foot
Poor hand poor foot poor life!
Hidden door with hair for hinges
Hidden door with lips for latches
Hidden door with skeletons for keys
Hidden door autobiography of humanity
Hidden door dictionary of the universe
Hidden door palimpsest of myself
Hidden door I'm made of
with my sticks of limbs
Hidden door pathetic fallacy
of the evidence of tghe senses
as to the natura of reality
Hidden door in blind eyes of termites
that knock knock
Hidden door blind man with tin cup
on a stone corner deaf and cumb
Hidden door train-whistle lost
in book of night
Hidden door on night's wheels I blundering follow
like a rhinoceros drinking through cities
Hidden door of carrier-pigeons' wings
which hace half-forgotten
their destination
Hidden door plane's wing that skid in space
casting stone shadow
on sundial of earth
Hidden door flying boxcar of history
Hidden door of Christ's suicide
Hidden door of Sunday without church
Hidden door of animal faces animal laughter animal dreams
and hidden door Cro-Magnon Man
among machines
and hidden door of his still uncollected
Collective Unconscious
Hidden door on classroom blackboards
all over Europe
Hidden door dark forest of America
knock knock in North Dakota
Hidden door that wings over America
and slants over San Francisco
and slams into the Pacific
drifting eternally southward
to Tierra del Fuego
with a knock knock undersea
at lost door of Lota coal mines
Hidden door surfboard to lost shore of light
and hidden door floated up on tides
like a shipwrecked coffinlid
bearing blind mouths blind breasts blind thought
through the centuries
Hidden door sea-angel cast-up Albatross
spouting seasperm of love in thirty languages
and the love-ship of life
sunk by the poison-squid of hate
Hidden door double-winged sticky-bird plumed serpent
stuck to moon afire forever drunk in time
flapping loose in eternity
Hidden door of the future mystic life
among Magellan's nebulae
and hidden door of my mislaid
visionary self
Hidden door San Luis rope-bridge which is man
hung between nature and spirit
Hidden door of the spirit seen as a fleshy thing
and hidden door of eyes and vulvas
that still open only with a key
of cartilage and flesh
and hidden door frozen Inca mummy
Prince of the Plomo
fucked to death in sun-god sacrifice
Hidden door tin cup of blind brother mutes
crouched on a Cuzco corner
blowing bamboo flutes
at coca midnight
Hidden door of the Andes at ten thousand feet
in a ragged mist of ruins and red horizons
with a seacoast hung below
still lost among conquistadors
horses dogs and incomprehensible laws
Hidden door wild river of the Urumbamba
upon which still floats somewhere
the lost herb that separates soul from body
and hidden door which is itself that herb
and hidden door which is that separation
and hidden door made of mirrors
on the waters of this river
in which I cannot see beyond myself
because my body's in the way
Hidden door at last I see through
beyond dear body bag of bones
wich I leave naked on a rock
Hidden door I wigless climb to
beyond that river
Hidden door at last I fall through
in the lost end of day
It is dusk
by the time we get to
Machu Picchu
Some Indians go by dancing
playing their flutes
and beating drums
(Peru-Chile, January-February,1960)
-LAWRENCE FERLINGHETTI (USA)
In: Starting from San Francisco, 1967.

LAWRENCE FERLINGHETTI nació en Nueva York en 1919, a partir de una ascendencia francoitaliana. Sus estudios se efectuaron en la Sorbona y en la Columbia University. Se incorporó a la Beat Generation alrededor de 1950, dando impulso a la producción y difusión literaria de los beatniks y de los autores famosos contemporáneos en el mundo, mediante la librería-editorial City Lights Books ubicada en San Francisco.
Ha publicado: Picture of the Gone World (1955), A Coney Island of the Mind (1958), Starting from San Francisco (1961). Ha grabado varios discos con sus poemas.

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FERLINGHETTI Y LA BEAT GENERATION



Lawrence Ferlinghetti, autor de Hidden door, es un destacado miembro de la Beat Generation,que en el desarrollo de la poesía norteamericana de la segunda mitad del siglo XX fue inicialmente menospreciada y luego aplaudida por los innovadores del mundo entero.
La producción de la Beat Generation se conoce también como la poesía beatnik. Entre sus representantes, junto a Ferlinghetti, figuran Jack Kerouac, Gregory Corso, Allen Ginsberg, Philip Lamantia. A Kerouac se le atribuye un liderazgo particular, entre otras razones porque asumió una constante defensa del grupo y de sus integrantes ante las críticas de todo tipo, a sus modos de vida y a su literatura.
La Beat Generation no solo representa una actitud ante lo literario. Es una reacción entre paciente y agresiva ante la sociedad, particularmente porque luego del final de la Segunda Guerra Mundial, se esperaba una paz llevadera en el mundo, pero sobrecogió a muchos seres humanos la presencia innegable de la guerra fría. Fue entonces que un sector de los jóvenes optó por rechazar los moldes de lo tradicional y las normas de conducta habituales, para entregarse a una especie de misticismo de tipo oriental y a un bagabundeo casi permanente.
Los beatniks, a diferencia de sus antecesores que en gran número migraron a Europa, prefirieron recorrer de modo aventurero el territorio de los Estados Unidos. También recorrieron América Latina. Precisamente, producto de su recorrido por el Perú, Ferlinghetti escribió el poema Hidden door, que aparece en el libro Starting from San Francisco.

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viernes, 30 de noviembre de 2007

ALTURAS DE MACCHU PICCHU

I


Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna.

(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos: aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches deshilachadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial.)

Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la mano turbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.

Puse la frente entre las olas profundas,
descendí como gota entre la paz sulfúrica,
y, como un ciego, regresé al jazmín
de la gastada primavera humana.

II


Si la flor a la flor entrega el alto germen
y la roca mantiene su flor diseminada
en su golpeado traje de diamante y arena,
el hombre arrug el pétalo de la luz que recoge
en los determinados manantiales marinos
y taladra el metal palpitante en sus manos.
Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida,
como una barajada cantidad, queda el alma:
cuarzo y desvelo, lágrimas en el océano
como estanques de frío: peor aún
mátala y agonízala con papel y con odio,
sumérgela en la alfombra cotidiana, desgárrala
entre las vestiduras hostiles del alambre.





No: por los corredores, aire, mar o caminos,
quien guarda sin puñal (como las encarnadas
amapolas) su sangre? La cólera ha extenuado
la triste mercancía del vendeor de seres,
y, mientras en la altura del ciruelo, el rocío
desde mil años deja su carta transparente
sobre la misma rama que lo espera, oh corazón, oh frente triturada
entre las cavidades del otoño:





Cuántas veces en las calles de invierno de una ciudad o en
un autobús o un barco en el crepúsculo, o en la soledad
más espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonido
de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano,
me quise detener a buscar la eterna veta insondable
que antes toqué en la piedra o en el relámpago que el beso desprendía.





(Lo que en el cereal como una historia amarilla
de pequeños pechos preñados va repitiendo un número
que sin cesar es ternura en las capas germinales,
y quie, idéntica siemre, se desgrana en marfil
y lo que en el agua es patria transparente, campana
desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)





No pude asir sino un racimo de rostros o de máscaras
precipitadas, como anillos de oro vacío,
como ropas dispersas hijas de un otoño rabioso
que hiciera temblar el miserable árbol de las razas asustadas.






No tuve sitio donde descansar la mano
y que, corriente como agua de manantial encadenado,
o firme como grumo de antracita o cristal,
hubiera devuelto el calor o el fío de mi mano extendida.
Qué era el hombre? En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes y los silbidos, en cuál de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?





III





El ser como el maíz se desgranaba en el inacabable
granero de los hechos perdidos, de los acontecimientos
miserables, del uno a siete, al ocho,
y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a cada uno:
cada día una muerte pequeña, polvo, gusano, lámpara
que se apaga en el lodo del suburbio, una pequeña muerte de alas gruesas
entraba en cada hombre como una corta lanza
y era el hombre asediado del pan o del cuchillo,
el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitán oscuro del arado,
o el roedor de las calles espesas:



todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria:
y su quebranto aciago de cada día era
como una copa negra que bebían temblando.




IV




La poderosa muerte me invitó muchas veces:
ea como la sal invisible en las olas,
y lo que su invisible sabor diseminaba
era como mitadaes de hundimientos y altura
o vastas construcciones de viento y ventisquero.




Yo al férreo filo vine, a la angostura
del aire, a la mortaja de agricultura y piedra,
al estelár vacío de los pasos finales
y a la vertiginosa carretera espiral:
pero, ancho mar, ¡oh muerte!, de ola en olal no vienes,
sino como un galope de claridad nocturna
o como los totales números de la noche.




Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no era
posible tu visita sin vestimenta roja:
sin auroal alfombra de cercado silencio:
sin altos o enterrados patrimonios de lágrimas.




No pude amar en cada ser un árbol
con su pequeño otoño a cuestas (la muerte de mil hojas),
todas las falsas muertes y las resurrecciones
sin tierra, sin abismo:
quise nadar en las más anchas vidas,
en las más sueltas desembocaduras,
y cuando poco a poco el hombre fue negándome
y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran
mis manos manantiales su inexistencia herida,
entonces fui por calle y calle y río y río,
y ciudad y ciudad y cama y cama,
y atravesó el desierto mi máscara salobre,
y en las últimas casas humilladas, sin lámpara, sin fuego,
sin pan, sin piedra, sin silencio, solo,
rodé muriendo de mi propia muerte.





V


No eres tú, muerte grave, ave de plumas férreas,
la que el pobre heredero de las habitaciones
llevaba entre alimentos apresurados, bajo la piel vacía:
era algo, un pobre pétalo de cuerda exterminada:
un átomo del pecho que no vino al combate
o el áspero rocío que no cayó en la frente.
Era lo que no pudo renacer, un pedazo
de la pequeña muerte sin paz ni territorio:
un hueso, una campana que morían en él.
Yo levanté las vendas del yodo, hundí lasmanos
en los pobres dolores que mataban la muerte,
y no encontré en la herida sino una racha fría
que entraba por los vagos intersticios del alma.



VI



Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciludad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
las cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.

Alto arrecife de la aurora humana.

Pala perdida en la primera arena.

Ésta fue la morada, éste es el sitio:
aquílos anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
piswaron con los ppies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

Miro las vestiduras y las manos,
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes,
se fue, cayó a la tierra.

Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.



VII


Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada,
la profunda, es así como al tamaño
de vuestra magnitud
vino la verdadera, la más abrasadora
muerte y desde las rocas taladradas,
desde los capiteles escarlata,
desde los acueductores escalares
os deplomasteis como en un otoño
en una sola muerte.
Hoy el aire vacìo ya no llora,
ya no conoce vuestros pies de arcilla,
ya olvidó vuestros cántaros que filtraban el cielo
cuando lo derramaban los cuchillos del rayo,
y el árbol poderoso fue comido
por la niebla, y cortado por la racha.

Él sostuvo una mano que cayó de repente
desde la altura haswta el final del tiempo.
Ya no sois, manos de araña, débiles
hebras, tela enmarañada:
cuento fuisteis cayó: costumbres, sílabas
raídas, máscaras de luz deslumbradora.

Pero una permanencia de piedra y de palabra:
la ciludad como un vaso se levantó en las manos
de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos
de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe
de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada:
este arrecife andino de colonias glaciales.

Cuando la mano de color de arcilla
se convirtió en arcilla, ly cuando los pequeños párpados se cerraron
llenos de ásperos muros, poblados de castillos,
y cuando todo el hombre se enredó en su agujero,
quedó la exactitud enarbolada:
el alto sitio de la aurora humana:
la más alta vasija que contuvo el silencio:
una vida de piedra después de tantas vidas.


VIII


Sube conmigo, amor americano.

Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera,
la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven, minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado
apartando esmeraldas combaatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.

Amor, amor, hasta la noche abrupta,
desde el sonoro pedernal andino,
hacia la aurora de rodillas rojas,
contempla el hijo ciego de la nieve.

Oh, Wilkamayu de sonoros hilos,
cuando rompes tus truenos lineales
en blanca espuma, como herida nieve,
cuando tu vendaval acantilado
canta y casstiga despertando al cielo,
qué idioma traes a la oreja apenas
desarraigada de tu espuma andina?

Quién apresó el relámpago del frío
y lo dejó en la altura encadenado,
repartido en sus lágrimas graciales,
sacudido en sus rápidas espadas,
golpeando sus estambres aguerridos,
conducido en su cama de guerrero,
sobresaltado en su final de roca?

Qué dicen tus destellos acosados?
Tu secreto relámpago rebelde
antes viajó poblado de palabras?
Quién va rompiendo sílabas heladas,
idiomas negros, estandartes de oro,
bocas profundas, gritos sometidos,
en tus delgadas aguas arteriales?

Quién va cortando párpados florales
que vienen a mirar desde la tierra?
Quién precipita los racimos muertos
que bajan en tus manos de cascada
a desgranar su noche desgranada
en el carbón de la geología?

Quién despeña la rama de los vínculos?
Quién otra vez sepulta los adioses?

Amor, amor, no toques la frontera,
ni adores la cabez sumergida:
deja que el tiempo cumpla su estatura
en su salón de manantiales rotos,
y, entre el agua veloz y las murallaws,
recoge el aire del desfiladero,
las paralelas láminas del viento,
el canal ciego de las cordilleras,
el áspero saludo del rocío,
y sube, flor a flor, por la espesura,
pisando la serpiente despeñada.

En la escarpada zona, piedra y bosque,
polvo de estrellas verdes, selva clara,
Mantur estalla como un lago vivo
o como un nuevo piso del silencio.

Ven a mi propio ser, al alba mía,
hasta las soledades coronadas. El reino muerto vive todavía.
Y en el Reloj la sombra sanguinaria
del cóndor cruza como una nave negra.

IX

Águila sideral, viña de bruma.
Bastión perdido, cimitarra ciega.
Cinturón estrellado, pan solemne.
Escala torrencial, párpado inmenso.
Túnica triangular, polen de piedra.
Lámpara de granito, pan de piedra.
Serpiente mineral, rosa de piedra.
Nave enterrada, manantial de piedra.
Caballo de la luna, luz de piedra.
Escuadra equinoccial, vapor de piedra.
Geometría final, libro de piedra.
Témpano entre las ráfagas labrado.
Madrépora del tiempo sumergido.
Muralla por los dedos suavizada.
Techumbre por las plumas combatida.
Ramos de espejo, bases de tormenta.
Tronos volcados por la enredadera.
Régimen de la garra encarnizada.
Vendaval sostenido en la vertiente.
Inmóvil catarata de turquesa.
Campana patriarcal de los dormidos.
Argolla de las nieves dominadas.
Hierro acostado sobre sus estatuas.
Inaccesible temporal cerrado.
Manos de puma, roca sanguinaria.
Torre sombrera, discusión de nieve.
Noche elevada en dedos y raíces.
Ventana de las nieblas, paloma endurecida.
Planta nocturna, estatua de los truenos.
Cordillera esencial, techo marino.
Arquitectura de águilas perdidas.
Cuerda del cielo, abeja de la altura.
Nivel sangriento, estrella construida.
Burbuja mineral, luna de cuarzo.
Serpiente andina, frente de amaranto.
Cúpula del silencio, patria pura.
Novia del mar, árbol de catedrales.
Ramo de sal, cerezo de alas negras.
Dentadura nevada, trueno frío.
Luna arañada, piedra amenazante.
Cabellera del frío, acción del aire.
Volcán de manos, catarata oscura.
Ola de plata, dirección del tiempo.


X


Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?
Aire en el aire, el hombre, dónde estuvo?
Tiempo en el tiempo, el hombre, dónde estuvo?
Fuiste también el pedacito roto
del hombre inconcluso, de águila vacía
que por las calles de hoy, que por las huellas,
que por las hojas del otoño muerto
va machacando el alma hasta la tumba?
La pobre mano, el pie, la pobre vida...
Los días de la luz deshilachada
en ti, como la lluvia
sobre las banderillas de la fiesta,
dieron pétalo a pétalo de su alimento oscuro
en la boca vacía?

Hambre, coral del hombre,
hamb re, planta secreta, raíz de los leñadores,
hambere, subió tu raya de arrecife
hasta estas altas torres desprendidas?

Yo te interrogo, sal de los caminos,
muéstrame la cuchara, déjame, arquitectura,
roer con un palito los estambres de piedra,
subir todos los escalones del aire hasta el vacío,
rascar la entraña hasta tocar el hombre.

Macchu Picchu, pusiste
piedra en la piedra, y en la base, harapo?
Carbón sobre carbón, y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
Devuélveme el esclavo que enterraste!
Sacude de las tierras el pan duro
del miserable, muéstrame los vestidos
del siervo y su ventana.
Dime cómo durmió cuando vivía.
Dime si fue su sueño
ronco, entreabierto, como un hoyo negro
hecho por la fatiga sobre el muro.
El muro, el muro! Si sobre su sueño
gravitó cada piso de piedra, y si cayó bajo ella
como bajo una lulna, con el sueño!
Antigua América, novia sumergida,
también tus dedos,
al salir de la selva hacia el alto vacío de los dioses,
bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro,
mesclándose al trueno de los tambores y de las lanzas,
también, también tus dedos,
los que la rosa abstracta y la línea del frío, los
que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron
hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades,
también, también, América enterrada, guardaste en lo más bajo,
en el amargo intestino, como un águila, el hambre?


XI


A través del confuso esplendor,
a través de la noche de piedra, déjame hundir la mano
y deja que en mí palpite, como un ave mil años prisionera,
el viejo corazón del olvidado!
Déjame olvidar hoy esta dicha, que es más ancha que el mar,
porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas,
y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo
con un ramo de agua secreta y de verdades sumergidas.
Déjame olvidar, ancha piedra, la proporción poderosa,
la trascendente medida, las piedras del panal,
y de la escuqadra déjame hoy resbalar
la mano sobe la hipotenusa de áspera sangre y cilicio.
Cuando, como una herradura de élitros rojos, el cóndor furibundo
me golpea las sienes en el orden del vuelo
y el huracán de plumas carniceras barre el polvo sombrío
de las escalinatas diagonales, no veo a la bestia veloz,
no veo el ciego ciclo de sus garras,
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo un cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres,
bajo la racha negra, negros de lluvia y noche,
con la piedra pesada de la estatua:
Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha,
Juan Comefrío, hijo de estrella verde,
Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa,
sube a nacer conmigo, hermano.



XII

Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de este nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillol ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche,
como si yo estuviera con vosotros andando,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

- Pablo Neruda (Chile)

PABLO NERUDA (1904.1973)es sin duda una de las voces más altas de la poesía hispanoamericana, junto a César Vallejo, Vicente Huidobro,Octavio Paz, Nicolás Guillén y Ernesto Cardenal.
Neruda, de renombre universal, es el poeta de la juventud, por Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)o Los versos del capitán (1952). Es, asimismo, el poeta de la historia americana a través de Canto General principalmente; y es quien a la vez hace un amplio registro de nuestra vida cotidiana mediante los temas que confluyen en los varios libros de Odas, en Estravagario (1958), Memorial de Isla Negra (1964) o Las manos del día(1968), por señalar brevemente la riqueza de sus temas y su obra poética conocida.

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